Follow me on Twitter RSS FEED

el patito feo

Posted in





Como cada verano, a la Señora Pata le dio por empollar y todas sus amigas del corral estaban deseosas de ver a sus patitos, que siempre eran los más guapos de todos.
Llegó el día en que los patitos comenzaron a abrir los huevos poco a poco y todos se congregaron ante el nido para verles por primera vez.
Uno a uno fueron saliendo hasta seis preciosos patitos, cada uno acompañado por los gritos de alborozo de la Señora Pata y de sus amigas. Tan contentas estaban que tardaron un poco en darse cuenta de que un huevo, el más grande de los siete, aún no se había abierto.
Todos concentraron su atención en el huevo que permanecía intacto, incluso los patitos recién nacidos, esperando ver algún signo de movimiento.
Al poco, el huevo comenzó a romperse y de él salió un sonriente pato, más grande que sus hermanos, pero ¡oh, sorpresa!, muchísimo más feo y desgarbado que los otros seis...
La Señora Pata se moría de vergüenza por haber tenido un patito tan feísimo y le apartó con el ala mientras prestaba atención a los otros seis.
El patito se quedó tristísimo porque se empezó a dar cuenta de que allí no le querían...
Pasaron los días y su aspecto no mejoraba, al contrario, empeoraba, pues crecía muy rápido y era flacucho y desgarbado, además de bastante torpe el pobrecito.
Sus hermanos le jugaban pesadas bromas y se reían constantemente de él llamándole feo y torpe.
El patito decidió que debía buscar un lugar donde pudiese encontrar amigos que de verdad le quisieran a pesar de su desastroso aspecto y una mañana muy temprano, antes de que se levantase el granjero, huyó por un agujero del cercado.

Así llegó a otra granja, donde una vieja le recogió y el patito feo creyó que había encontrado un sitio donde por fin le querrían y cuidarían, pero se equivocó también, porque la vieja era mala y sólo quería que el pobre patito le sirviera de primer plato. También se fue de aquí corriendo.
Llegó el invierno y el patito feo casi se muere de hambre pues tuvo que buscar comida entre el hielo y la nieve y tuvo que huir de cazadores que pretendían dispararle.
Al fin llegó la primavera y el patito pasó por un estanque donde encontró las aves más bellas que jamás había visto hasta entonces. Eran elegantes, gráciles y se movían con tanta distinción que se sintió totalmente acomplejado porque él era muy torpe. De todas formas, como no tenía nada que perder se acercó a ellas y les preguntó si podía bañarse también.
Los cisnes, pues eran cisnes las aves que el patito vio en el estanque, le respondieron:
- ¡Claro que sí, eres uno de los nuestros!
A lo que el patito respondió:
-¡No os burléis de mí!. Ya sé que soy feo y desgarbado, pero no deberíais reír por eso...
- Mira tu reflejo en el estanque -le dijeron ellos- y verás cómo no te mentimos.
El patito se introdujo incrédulo en el agua transparente y lo que vio le dejó maravillado. ¡Durante el largo invierno se había transformado en un precioso cisne!. Aquel patito feo y desgarbado era ahora el cisne más blanco y elegante de todos cuantos había en el estanque.
Así fue como el patito feo se unió a los suyos y vivió feliz para siempre.
FIN

el flautista de hamelin



Hace mucho, muchísimo tiempo, en la próspera ciudad de Hamelín, sucedió algo muy extraño: una mañana, cuando sus gordos y satisfechos habitantes salieron de sus casas, encontraron las calles invadidas por miles de ratones que merodeaban por todas partes, devorando, insaciables, el grano de sus repletos graneros y la comida de sus bien provistas despensas.
Nadie acertaba a comprender la causa de tal invasión, y lo que era aún peor, nadie sabía qué hacer para acabar con tan inquitante plaga.
Por más que pretendían exterminarlos o, al menos, ahuyentarlos, tal parecía que cada vez acudían más y más ratones a la ciudad. Tal era la cantidad de ratones que, día tras día, se enseñoreaba de las calles y de las casas, que hasta los mismos gatos huían asustados.

Ante la gravedad de la situación, los prohombres de la ciudad, que veían peligrar sus riquezas por la voracidad de los ratones, convocaron al Consejo y dijeron: "Daremos cien monedas de oro a quien nos libre de los ratones".
Al poco se presentó ante ellos un flautista taciturno, alto y desgarbado, a quien nadie había visto antes, y les dijo: "La recompensa será mía. Esta noche no quedará ni un sólo ratón en Hamelín".
Dicho esto, comenzó a pasear por las calles y, mientras paseaba, tocaba con su flauta una maravillosa melodía que encantaba a los ratones, quienes saliendo de sus escondrijos seguían embelesados los pasos del flautista que tocaba incansable su flauta.
Y así, caminando y tocando, los llevó a un lugar muy lejano, tanto que desde allí ni siquiera se veían las murallas de la ciudad.
Por aquel lugar pasaba un caudaloso río donde, al intentar cruzarlo para seguir al flautista, todos los ratones perecieron ahogados.

Los hamelineses, al verse al fin libres de las voraces tropas de ratones, respiraron aliviados. Ya tranquilos y satisfechos, volvieron a sus prósperos negocios, y tan contentos estaban que organizaron una gran fiesta para celebrar el feliz desenlace, comiendo excelentes viandas y bailando hasta muy entrada la noche.
A la mañana siguiente, el flautista se presentó ante el Consejo y reclamó a los prohombres de la ciudad las cien monedas de oro prometidas como recompensa. Pero éstos, liberados ya de su problema y cegados por su avaricia, le contestaron: "¡Vete de nuestra ciudad!, ¿o acaso crees que te pagaremos tanto oro por tan poca cosa como tocar la flauta?".
Y dicho esto, los orondos prohombres del Consejo de Hamelín le volvieron la espalda profiriendo grandes carcajadas.
Furioso por la avaricia y la ingratitud de los hamelineses, el flautista, al igual que hiciera el día anterior, tocó una dulcísima melodía una y otra vez, insistentemente.
Pero esta vez no eran los ratones quienes le seguían, sino los niños de la ciudad quienes, arrebatados por aquel sonido maravilloso, iban tras los pasos del extraño músico.
Cogidos de la mano y sonrientes, formaban una gran hilera, sorda a los ruegos y gritos de sus padres que en vano, entre sollozos de desesperación, intentaban impedir que siguieran al flautista.
Nada lograron y el flautista se los llevó lejos, muy lejos, tan lejos que nadie supo adónde, y los niños, al igual que losratones, nunca jamás volvieron.
En la ciudad sólo quedaron sus opulentos habitantes y sus bien repletos graneros y bien provistas despensas, protegidas por sus sólidas murallas y un inmenso manto de silencio y tristeza.
Y esto fue lo que sucedió hace muchos, muchos años, en esta desierta y vacía ciudad de Hamelín, donde, por más que busquéis, nunca encontraréis ni un ratón ni un niño.
FIN

lacenicienta

Posted in

Había una vez una bella joven que, después de quedarse huérfana de padre y madre, tubo que vivir con su madrastra y las dos hijas que tenía esta.
Las tres mujeres eran tan malas y tan egoístas que se quedaban cada día mas feas.

La bella joven era explotada por ellas. Era ella quien hacia todo el trabajo mas duro de la casa. Además de cocinar, fregar, etc, ella también tenía que cortar leña y encender la chimenea. Así sus vestidos estaban siempre manchados de ceniza, por lo que todos la llamaban Cenicienta.

Un día se oía por todas partes de la ciudad que el príncipe de aquel país había regresado. El rey, muy contento, iba a dar una gran fiesta a la que iba a invitar a todas las jóvenes del reino, con la esperanza de que el príncipe encontrara en una de ellas, la esposa que deseaba.

En la casa de Cenicienta, sus hermanastras empezaban a prepararse para la gran fiesta. Y decían a Cenicienta:
- Tú, no irás. Te quedarás limpiando la casa y preparando la cena para cuando volvamos.

El día del baile había llegado. Cenicienta vio partir a sus hermanastras al Palacio Real y se puso a llorar porque se sentía muy triste y sola. Pero, de pronto, se le apareció un Hada que le dijo:
- Querida niña, sécate tus lágrimas porque tú también irás al baile.
Y le dijo Cenicienta:
- ¿Pero cómo si no tengo vestido ni zapatos, ni carruaje para llevarme?
Y el hada, con su varita mágica, transformó una calabaza en carruaje, unos ratoncillos en preciosos caballos, y a Cenicienta en una maravillosa joven que mas se parecía a una princesa.
Y le avisó:
- Tu irás al baile, pero con una condición: cuando el reloj del Palacio dé las doce campanadas, tendrás que volver enseguida porque el hechizo se acabará.

Hermosa y feliz, Cenicienta llegó al Palacio. Y cuando entró al salón de baile, todos pararon para mirarla. El príncipe se quedó enamorado de su belleza y bailó con ella toda la noche. Pero, al cabo de algunas horas, el reloj del Palacio empezó a sonar y Cenicienta se despidió del príncipe, cruzó el salón, bajó la escalinata y entró en el carruaje en dirección a su casa.
Con las prisas, ella perdió uno de sus zapatos de cristal que el príncipe recogió sin nada entender.

Al día siguiente, el príncipe ordenó a los guardias que encontrara la señorita que pudiera calzar el zapato. Los guardias recorrieron todo el reino. Todas las doncellas probaron el zapato pero a nadie le sirvió. Al fin llegaron a la casa de Cenicienta. Y cuando esta se lo puso todos vieron que le estaba perfecto.
Y fue así que Cenicienta volvió a encontrarse con el príncipe, se casaron, y vivieron muy felices.
FIN

blanca nieves y los siete enanitos


En un lugar muy lejano vivía una hermosa princesa que se llamaba Blancanieves. Vivía en un castillo con su madrastra, una mujer muy mala y vanidosa, que lo único que quería era ser la mujer más hermosa del reino. Todos los días preguntaba a su espejo mágico quién era la más bella del reino, al que el espejo contestaba:
- Tú eres la más hermosa de todas las mujeres, reina mía.

El tiempo fue pasando hasta que un día el espejo mágico contestó que la más bella del reino era Blancanieves. La reina, llena de furia y de rabia, ordenó a un cazador que llevase a Blancanieves al bosque y que la matara. Y cómo prueba traería su corazón en un cofre. El cazador llevó a Blancanieves al bosque pero cuando allí llegaron él sintió lástima de la joven y le aconsejó que se marchara para muy lejos del castillo, llevando en el cofre el corazón de un jabalí.

Blancanieves, al verse sola, sintió mucho miedo porque tuvo que pasar la noche andando por la oscuridad del bosque. Al amanecer, descubrió una preciosa casita. Entró sin pensarlo dos veces. Los muebles y objetos de la casita eran pequeñísimos. Había siete platitos en la mesa, siete vasitos, y siete camitas en la alcoba, dónde Blancanieves, después de juntarlas, se acostó quedando profundamente dormida durante todo el día.

Al atardecer, llegaron los dueños de la casa. Eran siete enanitos que trabajaban en unas minas. Se quedaron admirados al descubrir a Blancanieves. Ella les contó toda su triste historia y los enanitos la abrazaron y suplicaron a la niña que se quedase con ellos. Blancanieves aceptó y se quedó a vivir con ellos. Eran felices.

Mientras tanto, en el castillo, la reina se puso otra vez muy furiosa al descubrir, a través de su espejo mágico, que Blancanieves todavía vivía y que aún era la más bella del reino. Furiosa y vengativa, la cruel madrastra se disfrazó de una inocente viejecita y partió hacia la casita del bosque. Allí, cuando Blancanieves estaba sola, la malvada se acercó y haciéndose pasar por buena ofreció a la niña una manzana envenenada. Cuando Blancanieves dio el primer bocado, cayó desmayada, para felicidad de la reina mala.

Por la tarde, cuando los enanitos volvieron del trabajo, encontraron a Blancanieves tendida en el suelo, pálida y quieta, y creyeron que estaba muerta. Tristes, los enanitos construyeron una urna de cristal para que todos los animalitos del bosque pudiesen despedirse de Blancanieves.
Unos días después, apareció por allí un príncipe a lomos de un caballo. Y nada más contemplar a Blancanieves, quedó prendado de ella. Al despedirse y besándola en la mejilla, Blancanieves volvió a la vida, pues el beso de amor que le había dado el príncipe rompió el hechizo de la malvada reina.
Blancanieves se casó con el príncipe y expulsaron a la cruel reina del palacio, y desde entonces todos pudieron vivir felices.
FIN

la caperucita roja

Posted in

Había una vez una niña muy bonita. Su madre le había hecho una capa roja y la muchachita la llevaba tan a menudo que todo el mundo la llamaba Caperucita Roja.

Un día, su madre le pidió que llevase unos pasteles a su abuela que vivía al otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviese por el camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre andaba acechando por allí el lobo.

Caperucita Roja recogió la cesta con los pasteles y se puso en camino. La niña tenía que atravesar el bosque para llegar a casa de la Abuelita, pero no le daba miedo porque allí siempre se encontraba con muchos amigos: los pájaros, las ardillas...

De repente vio al lobo, que era enorme, delante de ella.

- ¿A dónde vas, niña?- le preguntó el lobo con su voz ronca.

- A casa de mi Abuelita- le dijo Caperucita.

- No está lejos- pensó el lobo para sí, dándose media vuelta.

Caperucita puso su cesta en la hierba y se entretuvo cogiendo flores: - El lobo se ha ido -pensó-, no tengo nada que temer. La abuela se pondrá muy contenta cuando le lleve un hermoso ramo de flores además de los pasteles.

Mientras tanto, el lobo se fue a casa de la Abuelita, llamó suavemente a la puerta y la anciana le abrió pensando que era Caperucita. Un cazador que pasaba por allí había observado la llegada del lobo.

El lobo devoró a la Abuelita y se puso el gorro rosa de la desdichada, se metió en la cama y cerró los ojos. No tuvo que esperar mucho, pues Caperucita Roja llegó enseguida, toda contenta.

La niña se acercó a la cama y vio que su abuela estaba muy cambiada.

- Abuelita, abuelita, ¡qué ojos más grandes tienes!

- Son para verte mejor- dijo el lobo tratando de imitar la voz de la abuela.

- Abuelita, abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!

- Son para oírte mejor- siguió diciendo el lobo.

- Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!

- Son para...¡comerte mejoooor!- y diciendo esto, el lobo malvado se abalanzó sobre la niñita y la devoró, lo mismo que había hecho con la abuelita.

Mientras tanto, el cazador se había quedado preocupado y creyendo adivinar las malas intenciones del lobo, decidió echar un vistazo a ver si todo iba bien en la casa de la Abuelita. Pidió ayuda a un segador y los dos juntos llegaron al lugar. Vieron la puerta de la casa abierta y al lobo tumbado en la cama, dormido de tan harto que estaba.

El cazador sacó su cuchillo y rajó el vientre del lobo. La Abuelita y Caperucita estaban allí, ¡vivas!.

Para castigar al lobo malo, el cazador le llenó el vientre de piedras y luego lo volvió a cerrar. Cuando el lobo despertó de su pesado sueño, sintió muchísima sed y se dirigió a un estanque próximo para beber. Como las piedras pesaban mucho, cayó en el estanque de cabeza y se ahogó.

En cuanto a Caperucita y su abuela, no sufrieron más que un gran susto, pero Caperucita Roja había aprendido la lección. Prometió a su Abuelita no hablar con ningún desconocido que se encontrara en el camino. De ahora en adelante, seguiría las juiciosas recomendaciones de su Abuelita y de su Mamá.

FIN

Pinocho un cuento musical

Posted in

pinocho

Posted in



En una vieja carpintería, Geppetto, un señor amable y simpático, terminaba más un día de trabajo dando los últimos retoques de pintura a un muñeco de madera que había construído este día. Al mirarlo, pensó: ¡qué bonito me ha quedado! Y como el muñeco había sido hecho de madera de pino, Geppetto decidió llamarlo Pinocho.

Aquella noche, Geppeto se fue a dormir deseando que su muñeco fuese un niño de verdad. Siempre había deseado tener un hijo. Y al encontrarse profundamente dormido, llegó un hada buena y viendo a Pinocho tan bonito, quiso premiar al buen carpintero, dando, con su varita mágica, vida al muñeco.

Al día siguiente, cuando se despertó, Geppetto no daba crédito a sus ojos. Pinocho se movía, caminaba, se reía y hablaba como un niño de verdad, para alegría del viejo carpintero. Feliz y muy satisfecho, Geppeto mandó a Pinocho a la escuela. Quería que fuese un niño muy listo y que aprendiera muchas cosas. Le acompañó su amigo Pepito Grillo, el consejero que le había dado el hada buena.

Pero, en el camino del colegio, Pinocho se hizo amigo de dos niños muy malos, siguiendo sus travesuras, e ignorando los consejos del grillito. En lugar de ir a la escuela, Pinocho decidió seguir a sus nuevos amigos, buscando aventuras no muy buenas. Al ver esta situación, el hada buena le puso un hechizo. Por no ir a la escuela, le puso dos orejas de burro, y por portarse mal, cada vez que decía una mentira, se le crecía la nariz poniéndose colorada. Pinocho acabó reconociendo que no estaba siendo bueno, y arrepentido decidió buscar a Geppetto. Supo entonces que Geppeto, al salir en su busca por el mar, había sido tragado por una enorme ballena.

Pinocho, con la ayuda del grillito, se fue a la mar para rescatar al pobre viejecito. Cuando Pinocho estuvo frente a la ballena le pidió que le devolviese a su papá, pero la ballena abrió muy grande su boca y se lo tragó también a él. Dentro de la tripa de la ballena, Geppetto y Pinocho se reencontraron. Y se pusieran a pensar cómo salir de allí. Y gracias a Pepito Grillo encontraron una salida. Hicieron una fogata. El fuego hizo estornudar a la enorme ballena, y la balsa salió volando con sus tres tripulantes. Todos se encontraban salvados.

Pinocho volvió a casa y al colegio, y a partir de ese día siempre se ha comportado bien. Y en recompensa de su bondad el hada buena lo convirtió en un niño de carne y hueso, y fueron muy felices por muchos y muchos años.
FIN

el mago de oz

Posted in

Dorita era una niña que vivia en una granja en

Kansas con sus tios y su perro llamado Toto.

Un dia, mientras la niña jugaba con el perro por los

alrededores de la casa , nadie se dio cuenta de que

se acercaba un tornado. Cuando Dorita lo vio,

intento correr en direccion a la casa , pero su

tentativa de huida fue en vano. La niña tropezo, se

cayo , y acabo siendo llevaba junto con el perro,

por el tornado. Los tios vieron desaparecer en cielo

a Dorita y a Toto , no pudieron hacer nada

para evitarlo. Dorita y su perro viajaron a traves

del tornado y aterrizaron en un lugar totalmente

desconocido para ellos. Alli , encontraron a unos

extraños personajes y un hada que , respondiendo

al deseo de Dorita de encontrar el camino de vuelta

a su casa les aconsejaron a que fueran visitar al

Mago de Oz. Les indicaron un camino de baldosas

amarillas, y Dorita y Toto lo siguieron.


En el camino, los dos se cruzaron con un

espantapajaros que pedia , incesantemente, un

cerebro. Dorita le invito a que la acompañara para

ver lo que el mago de Oz podria hacer por el. Y el

espantapajaros acepto. Mas tarde , se encontraron

a un hombre de hojalata que , sentado debajo de

un arbol, deseaba tener un corazon. Dorita le llamo

a que fuera con ellos a consultar al mago de Oz. Y

continuaron en el camino. Algun tiempo despues,

Dorita, el espantapajaros y el hombre de hojalata

se encontraron a un leon rugiendo debilmente,

asustado con los ladridos de Toto. El leon lloraba

porque queria ser valiente. Asi que todos decidieron

seguir el camino hacia el mago de Oz , con la

esperanza de hacer realidad sus deseos.


Cuando llegaron al pais de Oz, un guardia les abrio

la puerta , y finalmente pudieron explicar al mago lo

que querian. El mago de Oz les puso una

condicion: primero tendrian que acabar con la

bruja mas cruel de reino, antes de solucionar

sus problemas. Ellos los aceptaron. Al salir del

castillo de Oz, Dorita y sus amigos pasaron por un

campo de amapolas y aquel aroma intenso les

hicieron caer en un profundo sueño, siendo

capturados por unos monos voladores que venian

de parte de la mala bruja. Cuando despertaron y

vieron la bruja, lo unico que se le ocurrio a Dorita

fue arrojar un cubo de agua a la cara de la bruja,

sin saber que eso era lo que haria desaparecer a la

bruja. El cuerpo de la bruja se convirtio en un

charco de agua, en un pis-pas.


Rompiendo asi el hechizo de la bruja, todos

pudieron ver como sus deseos eran convertidos en

realidad, excepto Dorita. Toto, como era muy

curioso, descubrio que el mago no era sino un

anciano que se escondia tras su figura. El hombre

llevaba alli muchos años pero ya queria marcharse.

Para ello habia creado un globo magico. Dorita

decidio irse con el. Durante la peligrosa travesia en

globo, su perro se cayo y Dorita salto tras el para

salvarle. En su caida la niña soño con todos sus

amigos, y oyo como el hada le decia: Si quieres

volver , piensa: “en ningun sitio se esta como en

casa”. Y asi lo hizo. Cuando desperto, oyo gritar a

sus tios y salio corriendo. Todo habia sido

un sueño Un sueño que ella nunca olvidaria , ni

tampoco sus amigos.

FIN

el principito

Posted in

Viví solo en el desierto del Sahara sin nadie con quien hablar pues sufrí un percance cuando se averió mi motor y tuve que permanecer en aquel lugar hasta que un día apareció ante mi un muchachito pequeño que no parecía extraviado ni desfallecido de sed o de hambre.

Le pregunte que haces aquí y me pidió que le dibujara un cordero y a si lo hice; me dijo que era justo lo que necesitaba porque donde vivía era muy pequeño y este era del tamaño preciso, a si conocí al Principito.

Paso un tiempo sin que yo supiera de dónde venia él, me hacia muchas preguntas sobre mi avión y si volaba pero yo intrigado le pregunte ¿ De donde vienes? Sin embargo creo saber que su planeta es un asteroide y solo a sido visto una vez.
Cada día que pasaba aprendía algo nuevo sobre el planeta del Principito ya que me contaba como había que cuidarlo.

Pasaban los días y el Principito hablaba de las flores especialmente de las rosas que crecen en su planeta y de una muy especial que broto un día y que era muy bella y radiante pero, era vanidosa y quería que el se preocupara de regarla y cuidarla y se quejaba mucho de las corrientes de aire y del frío es por esto que al Principito le pareció que era una flor muy complicada, pero a pesar de todo su amor y buena voluntad dudo un poco de ella. Con un poco de melancolía cuando regó la flor por última vez se dio cuenta que tenia ganas de llorar.

Adiós dijo a la flor, no le respondió. Repitió el adiós, esta tosió y le dijo: He sido muy tonta y te pido disculpas.
El Principito quedó asombrado sin comprender, esta le dijo te amo fue mi culpa, no tiene importancia que seas feliz. Él se preocupó de: el viento, insectos y animales feroces. Ella dijo, no tengo temor pues, tengo mis espinas pero, no te demores ya que , partirás. Vete ya.

El Principito luego viajó a la zona de asteroides y decidió visitarlos.
En el primero vivía un Rey que al ver al Principito permaneció de pie y bostezo a lo que el rey dijo: Te lo prohíbo, hice un largo viaje y no dormí. Luego le Principito le preguntó sobre que reinaba, este contestó, sobre todo, entonces le pidió que le diera una puesta de sol, la cuál no cumplió el Rey, aburrido quiso, irse y este le dijo ¡Te nombro ministro de justicia ¡ debes juzgar y obedecer. Obedeceré solo a las ordenes sensatas. Al no recibir respuesta del rey se marcho.

Segundo Planeta: Encontró un vanidoso que tenia un sombrero con el que saludaba cuando lo aclamaban. Le pidió al Principito que lo aclamara mucho, este le dio en el gusto porque reconoció que este vivía muy solo. Luego se marcho.

En el planeta siguiente vivía un bebedor ¿ Que haces? Le pregunto al borracho el cual estaba delante de una colección de botellas vacías.
Bebo le contesto ¿por qué bebes?- para olvidar que tengo vergüenza confesó
¿Vergüenza de que? De beber concluyó el borracho y se quedo en silencio. El Principito se quedo perplejo.

El cuarto planeta pertenecía a un hombre de negocios y estaba tan ocupado que ni vio al Principito.
Buenos días lo saludó éste pero el hombre estaba pendiente de sus cálculos y le dijo soy un hombre serio y no tengo tiempo de divagar.
El Principito volvía a interrumpir ¿Y que haces con quinientos millones de estrellas? Soy su dueño, las administro, las cuento y sumo.
El Principito no se sintió satisfecho y le dijo que el tenia una flor a la que regaba y cuidaba.
El hombre no hayó que responder y el Principito se marchó.

El quinto planeta era muy especial, por ser el más pequeño. Solo había lugar para un farol y un farolero.
El Principito no comprendía para que estaba un faro y un farolero solos en un planeta sin casas y sin gente.
Le pareció absurdo pero menos ridículo que el rey, el vanidoso, el borracho y el hombre de negocios por lo menos su trabajo tenia sentido, luego de un rato saludo al farolero.
Buenos días ¿por qué apagaste recién el farol?
Es la consigna respondió
¿Qué es eso?. Apagar mi farol Buenas noches.
No entendió dijo el Principito. Es que cada año el planeta gira más rápido y no puedo descansar ni un segundo enciendo y apago el farol una vez por minuto. El Principito le dio unas recomendaciones y se marcho.

El sexto planeta es diez veces más grande y lo habitaba un anciano ¡Vaya un explorador¡ exclamó al ver al Principito.
¿ De dónde vienes? Le pregunto el anciano ¿ De que trata este libro tan grande?
¿ Que haces aquí? Pregunto a su vez el Principito.
Soy geógrafo ¿Y que es eso?
Es un sabio que sabe la ubicación de mares de ríos, ciudades, montañas y desiertos.
¿Y tu planeta tiene ríos y ciudades? No puedo saberlo, pero si eres geógrafo, pero no lo se todo.
¡ Pero tu vienes de lejos! Descríbeme tu planeta.
Mi planeta es muy pequeño, tengo una flor y unos volcanes pero, deje a mi flor muy sola y estoy arrepentido pero, dime que planeta me aconsejas visitar?
El planeta Tierra contestó el anciano y así el Principito se despidió y se fue.
La tierra fue el séptimo planeta, al llegar no encontró a nadie, cuando un anillo removió la arena.
-Buenas noches murmuró el Principito
-Buenas noches susurró la serpiente ¿Sobre que planeta estoy? Pregunto el Principito
-Sobre la tierra le respondió la serpiente, y no vive nadie aquí?.
-Este es el desierto y aquí no hay gente, la tierra es muy grande.
-¿Pero que haces aquí? Tuve problemas con mi flor.
-¿Dónde están los hombres? Tampoco hay hombres, eres muy rara le dijo pero, soy muy poderosa. No lo pareces, ni si quiera tienes patas.
Pero puedo llevarte muy lejos. Siento compasión por ti, tan débil sobre esta tierra pero, puedo ayudarte a volver a tu planeta dijo la serpiente y guardaron silencio.

El Principito atravesó el desierto y encontró una flor de tres pétalos.
-Buenos días- saludó el Principito, Buenos días contestó la flor
-¿Dónde están los hombres?
-Los hombres dijo la flor creo que hay seis o siete. Los divisé hace años el viento los acarrea.
-Adiós dijo el Principito
-Adiós repuso la flor.

El Principito trepó a una montaña muy alta. Desde esta montaña podré mirar a todo el planeta y a los hombres pero solo vio cumbres.

-¡Buenos días! Pregunto pero respondió su eco ¡Que planeta más raro! Pensó esta seco y salado y los hombres no tienen imaginación porque repiten lo que uno dice.

En mi casa yo tenía una flor, ella sí hablaba. Después paso a través de arenas, rocas y nieve y encontró un camino y unas rosas, las saludo y recordó a la suya, se echo en el pasto y lloró. En ese instante apareció un zorro, el Principito lo saludó y lo invitó a jugar con él. Este respondió: No puedo porque no me has domesticado ¿Qué significa eso? Es algo que se ha olvidado dijo el zorro, significa crear vínculos.
Si tu me domesticas nos necesitaremos el uno al otro.
Empiezo a comprender dijo el Principito.
El zorro guardó silencio y lo miro largo rato.
Si quieres domesticarme tienes que tener paciencia ya que al comienzo estaré muy lejos pero, cada día me acercare más a ti. D e este modo el Principito domesticó al zorro.

Cuando se acercó el día de su partida el zorro se despidió y le dijo: Creo que voy a llorar pero, es tu culpa yo no quería hacerte daño pero tu quisiste que te domesticara.
Así es contestó, mejor vete a mirar las rosas y comprenderás que la tuya es la única en el mundo.

Cuando las miró les dijo:
-No se parecen en nada a mi rosa ni significan nada las rosas se sintieron molestas y el continuó.
-Ustedes son bellas, pero están vacías, mi rosa es más importante que ustedes porque la riego y la cuido y así regreso junto al zorro.
-Adiós le dijo
-Adiós contestó el zorro y le dio un buen consejo.

El tiempo que has perdido con tu rosa es lo que la ha hecho tan importante.
Los hombres olvidaron esta verdad pero tu no debes hacerlo y eres responsable de lo que has domesticado o sea de tu rosa.
Si lo soy repitió este a fin de recordarlo y se marcho.

Cumplí el octavo día de mi caída en el desierto y bebí la última gota de mi provisión de agua pero no he arreglado mi avión mientras escuchaba al Principito que me decía: Mi amigo el zorro me contó.
-¡Mi buen amigo ya no se trata del zorro! ¿por qué?
-Porque moriremos de sed.

-También tengo sed... busquemos un pozo. Hice un gesto de cansancio ¡Es tan absurdo buscar un pozo en el desierto!
Avanzamos durante horas en silencio hasta que cayó la noche. ¿También tienes sed?

No me contestó, sino que dijo simplemente.
-El agua también es buena para el corazón, aunque no entendí su respuesta, calle.
Luego de un silencio, dijo:

Las estrellas son hermosas debido a una flor que no vemos.
Luego de un rato el Principito se durmió y lo tomé en brazos y me puse de nuevo en el camino.

Sus labios entreabiertos esbozaban una sonrisa y me dije: Lo que más me conmueve de este Principito dormido, es su felicidad a una flor y, percibí con mayor fuerza su fragilidad y así caminando, descubrí el pozo al amanecer. El pozo que encontramos no se parecía en nada a los del desierto del Sahara. El que hallamos era igual a un pozo de aldea.
-¿ Oyes? ¡ Hemos despertado al pozo y canta! Dijo el Principito.
-Tengo sed de esta agua dame de beber. Levante el cubo y bebió con los ojos cerrados.

Esta agua era algo más que un sustento, había surgido de la caminata del esfuerzo de mis brazos.
-Tienes que cumplir tu promesa dijo con suavidad el Principito, que había vuelto a sentarse junto a mí.
-¿Qué promesa?
-Un bozal para mi cordero yo soy responsable de mi flor.

Dibuje en seguida un bozal y al entregárselo mi corazón se apretó.
-Tienes planes que desconozco. Debes recordar mi caída a la tierra, mañana se cumple un año. Bueno debes trabajar ahora vete a revisar tu maquina.

Junto al pozo había un resto de antiguo muro de piedra. Cuando regrese de mi trabajo, divisé desde lejos al Principito sentado allí arriba lo escuche conversar.
-¿No te acuerdas, entonces? No fue precisamente aquí, otra vos le contestaría porque el replicó. Sí sí fue ese día, pero no en este lugar.

Seguí caminando hacia el muro. Aunque no vi ni escuche a nadie, el Principito replicó de nuevo: Estoy seguro, podrás ver dónde comienzan mis huellas.

Yo me encontraba a veinte metros y seguía sin ver a nadie.
Luego el Principito añadió ¿ Es rápido tu veneno? ¿ Estás segura de que no sufriré mucho?

Me detuve pero sin comprender aún del todo.
Ahora vete dijo él quiero bajarme.
Con la mirada recorrí hasta el pie del muro y vi una de esas víboras amarillas me puse a correr y con el ruido que hico la serpiente se deslizó suavemente por la arena.
Llegue justo a tiempo para recibir a mi Principito, pálido como la nieve.
-¿Qué historia es esta? Ahora conversas con serpientes. Me miro con gravedad y me rodeo el cuello con sus brazos.

-Estoy feliz de que hayas arreglado tu máquina podrás regresar a tu casa.
-Yo también regreso hoy a mi casa.
-Está mucho más lejos y es mucho más difícil.

Su mirada se perdía en algo lejano y sonrió con tristeza.
Esperé un rato. Sentí que se iba entibiando un poco. Tuviste miedo, hombrecito. Tendré más miedo esta noche.
A través de una larga conversación el Principito le dio a entender que su amigo podría recordarlo todas las noches cuando mirara las estrellas y le dijo: Cuando te hayas consolado un poco estarás feliz de haberme conocido. Serás mi amigo para siempre y rió.

De pronto se puso serio ¿sabes? no vengas esta noche. No te dejaré solo.
Esa noche no lo vi cuando se puso en camino, escapó sin hacer ruido, y cuando logré alcanzarlo, iba rápido con paso decidido me dijo: ah estas ahí y me tomó de la mano es allá donde vivo, déjame dar un paso a mí solo.
Se levantó dio un paso, cerca de su tobillo brilló algo como un relámpago, se quedó inmóvil cayó lentamente sin hacer ruido.

Ya han pasado seis años me he consolado un poco pero sé qué él regresó a su planeta y me siento feliz.
Y TODAS LAS ESTRELLAS RIEN DULCEMENTE.